La Cenicienta

La Cenicienta

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El Cuento de la Cenicienta

Había una vez una preciosa doncella, buena y amorosa llamada Cenicienta, que vivía en un lugar muy, pero muy lejano acompañada de una familia no muy agradable.

Luego que su madre falleció, su papá se volvió a enamorar de una mujer malvada y de corazón negro, al poco tiempo su adorado y noble padre falleció y Cenicienta se quedó con su madrastra.

La madrastra tenía dos hijas malas, arrogantes, feas, muy torpes y flojas, la trataban muy mal. La obligaban hacer las tareas de la casa, llevar su ropa sucia a lavar, limpiar la cocina, hacer la comida y en especial siempre le pedían que limpiara la chimenea.

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Cuento de La Cenicienta

La pobre se pasaba todo el día haciendo el trabajo más duro, cuando por fin podía descansar llegaban sus hermanastras y se burlaban de ella. – ¡Cenicienta!, toda tonta y boba” Le decían.

La bella doncella no tenía amigos, solamente hablaba con dos ratoncitos muy particulares que vivían en un rincón de la casa, a quienes llamo Gus y Jaq, estaban con ella la mayoría del tiempo.

Un día se presentaron en su casa los guardias del rey, anunciando que en el palacio se realizaría una gran fiesta, a la que todas las doncellas del reino estaban invitadas.

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¡A qué se debe tal honor! pregunto la Madrastra, a lo que el guardia respondió: el evento está organizado para que el príncipe elija a su futura esposa.

Cenicienta saltaba de emoción no podía creer que por primera vez asistiría a un baile y conocería el palacio; corrió a decirles a sus amiguitos que ¡soñó en tener la oportunidad de ser la elegida del Príncipe!

Al ver la madrastra la emoción de Cenicienta le digo en tono malvado. “Cenicienta todavía hay demasiado trabajo que hacer en casa, también debes preparar la comida para cuando regresemos del baile, así que no vas”. Cenicienta muy triste no dijo nada solo se fue a su habitación a llorar.

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Cuando llego el día del gran baile, Cenicienta ayudo a sus hermanastras a alistarse, planchando sus vestidos, peinándolas y maquillándolas, al estar listas su madrastra y hermanastra se fueron al palacio, no sin antes recordarle a Cenicienta que debía cumplir con todas las tareas y terminar la cena.

Cenicienta ya sola se lanzó en el piso y sintiendo desdicha comenzó a llorar, entre sus lágrimas escucho una voz muy dulce que le decía ¡Cenicienta! ¿Porque lloras hermosa? Ella levanto su cabeza y vio entre una luz resplandeciente una Hada muy bella.

“Quisiera ir a la fiesta del palacio” le dijo Cenicienta. “creo que podría ayudarte con eso” respondió el Hada, ¿Quieres?, por supuesto contesto la joven, con un movimiento de su varita convirtió una calabaza en un hermoso carruaje blanco con destellos dorados, “necesitamos caballos” a los ratoncitos los transformo en cinco fuertes corceles blancos, y en un apuesto cochero.

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Luego vio a la chica detenidamente, su vestido estaba roto, sucio no podía ir con ese atuendo era horrible y con un golpe de su varita transformo todo lo que tenía puesto en un vestido magnifico, de un tono azul cielo con brillos y en sus pies coloco unas hermosas zapatillas de cristal.

El Hada le dijo, “ya puedes ir al palacio Cenicienta, la joven asombrada, feliz y agradecida monto el carruaje, quien arranco inmediatamente, en la distancia el Hada le advirtió: “tienes que saber que al marcar las doce se romperá la magia y todo volverá a ser como antes”.

Cenicienta muy feliz se marchó, al llegar al palacio se encontró con una gran escalera imponente donde se encontraban los guardias del Rey dándole la antesala a las doncellas.

Cenicienta no fue la excepción una vez en la entrada del salón principal fue anunciada su presencia, todos la veían no podían dejar de admirar su belleza.

El príncipe fue hacia ella “¿Le gustaría bailar conmigo? Preguntó el príncipe, Cenicienta con una gran sonrisa respondió “¡sí! Es para mí un placer” entrando en medio del Salón de baile entre muchas personas asistentes bailaron durante mucho tiempo, luego de un rato el Príncipe la invito a ir a los jardines de palacio, entre lindas flores y espectaculares arbustos, estuvieron conversando cuando de pronto, Cenicienta no se dio cuenta de la hora.

El reloj casi marcaba las doce, Cenicienta muy nerviosa y pidiendo disculpa, pero sin detenerse, corrió fuera del palacio, el príncipe a pesar de no entender fue tras ella, pero no la pudo alcanzarla.

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Solo le quedo una zapatilla de cristal que se le cayó a esa linda doncella en un peldaño de las escaleras de la entrada mientras corría.

El príncipe enamorado de la hermosa doncella que había conocido le pidió a su padre ayuda para buscarla.

Envió a todos los soldados del reino a encontrar a la joven que le quedara la zapatilla de cristal, todas las jóvenes del pueblo se probaron el zapato, pero a ninguna le calzaba la zapatilla.

Pasaron los días, y los guardias visitaron a todas las doncellas del pueblo, casa por casa, al final y ya casi sin esperanzas de conseguirla llegaron de nuevo a casa de Cenicienta, una de las casas apartadas del centro del pueblo.

La madrastra llamo a sus hijas para que se probaran la zapatilla, pero no le calzaba a ninguna, y uno de los guardias pregunto: ¿no hay otra joven en esta casa? “No solo nosotras vivimos en esta casa” respondió la malvada madrastra.

En eso el guardia vio a Cenicienta que observaba a escondidas desde una ventana del segundo piso de la casa y exclamo “claro que se encuentra otra joven, colocándose en pie y con una fuerte voz frente a la ventana le hablo a Cenicienta diciéndole: “por favor venga a probarse esta zapatilla”.

Cenicienta bajo y al colocarse la zapatilla le encajo a la perfección, todos quedaron asombrados, los guardias de inmediato le pidieron a Cenicienta que los acompañara al palacio mientras la madrastra y sus hermanas no podían creer lo que veían. Todas molestas intentaron impedir que se llevaran a Cenicienta.

Llegando al palacio, Cenicienta fue recibida por el apuesto príncipe, todo el palacio fue invitado para la gran boda, y con un espectacular vestido de novia, entre muchas guirnaldas, flores y brillos se llevó a cabo la gran ceremonia.

Desde el día en que se fue a palacio Cenicienta no volvió a saber de su madrastra, si quieres conocer mas detalles, vamos aquí.

Fue desde ese momento y al lado del príncipe feliz para siempre. Te encantó verdad, pues vamos a otra historia aquí que te va a gustar.

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