
Contenido
El cuento, el chico que fue a buscar el viento del Norte
El chico que fue a buscar el viento del Norte, es un cuento entretenido e interesante con la fantasía de un sueño y que tiene un final feliz, leamoslo
Había una vez un joven muy trabajador que cada semana se encargaba de ir al mercado para que no tuviera que hacerlo su madre.
Un día, regresaba a casa con las bolsas llenas de alimentos, cuando el Viento del Norte empezó a soplar con tanta fuerza que toda la compra salió volando.
El chico al ver que lo había perdido todo, se enfadó mucho y decidió ir a casa del Viento del Norte para pedirle que le devolviera los alimentos que había comprado.
La casa quedaba muy lejos y tardó muchas horas en llegar, pero el Viento del Norte estaba muy feliz de recibirlo.
– ¿Cómo puedo ayudarte, joven? Sé que has caminado durante muchas horas, así que debe ser algo importante.
– Quiero pedirte que me devuelvas los alimentos que compré esta mañana. Tu soplido fue tan fuerte que salieron volando y no tengo dinero para comprar de nuevo.
El viento se sintió muy avergonzado.
– Tienes razón, amigo. ¡Sé que me cuesta controlar mi fuerza! Lamento decirte que yo no tengo tu comida. Pero te regalo este mantel blanco para compensarte.

– ¿Un mantel blanco? ¡Mi madre y yo no podemos comer un mantel!
– ¡Ja, ja, ja! Tranquilo, amigo. Es un mantel mágico. Cuando quieras comer solo tienes que decirle: “Mantel, sírveme rica comida que tengo hambre”.¡Cumplirá todo lo que desees!
El chico aceptó las disculpas del viento y se fue con el mantel.
Como el camino era largo y ya era de noche, se detuvo en una posada para pasar la noche. Entró en la habitación y sintió mucha hambre. Se quitó los zapatos para estar más cómodo y extendió el mantel mágico en el suelo.
Hizo lo que le explicó el Viento del Norte y dijo en voz alta:
– Mantel, sírveme rica comida que tengo hambre.
Tal y como lo había dicho el Viento del Norte, sobre el mantel aparecieron varios platos de deliciosa comida, desde carne, legumbres con verduras, salmón y pan de maíz.

El chico comió toda la comida hasta quedar completamente lleno. Se quedó profundamente dormido, sin darse cuenta de que había dejado la puerta del cuarto entreabierta y el dueño de la posada lo había visto todo desde el pasillo.
– Ese mantel será mío. ¡Voy a cambiarlo por un mantel común y corriente!
Sacó de un cajón de la cocina un mantel casi idéntico y, como el chico aún dormía, se llevó el mantel mágico y dejó el de tela en su lugar.
Al día siguiente, el joven recogió sus cosas, incluyendo el mantel que él pensaba que era mágico y regresó a su casa. Entusiasmado, le dijo a su madre:

– ¡Mamá, mira lo que he traído!
– Pues… Es un mantel blanco. ¿Qué tiene de especial?
– ¡Ya lo verás!
Extendió el mantel y exclamó:
– Mantel, sírveme rica comida que tengo hambre.
Pero nada sucedió. La madre del chico miraba sin entender qué pasaba.
– Hijo mío, ¿acaso te has vuelto loco? ¡Estás hablando con un simple mantel!
El muchacho no entendía porqué la comida no había aparecido, si la noche anterior había funcionado perfectamente.
El chico muy enfadado, enrolló la tela y se fue a ver de nuevo al Viento del Norte. Caminó y caminó hasta que llegó a la casa del Viento.
– ¿Sucede algo, amigo?
– ¡Tú mantel no sirve, solo es un trapo cualquiera!
– Tranquilo, amigo. Buscaremos una solución. No sé qué ha podido suceder, pero te daré otro regalo para que se te pase el enfado. Toma, te obsequio este carnero.
¿Un carnero?
– Sí, un carnero. Además de ser muy bonito, también es mágico. Si necesitas dinero dile en voz alta: “Carnero, dame dinero”. Es como tener un banco para ti solo.

– ¡Está bien! Espero no tener problemas esta vez.
El chico emprendió el camino de regreso a su casa con el carnero sujeto con una cuerda. Volvió a parar en la posada para pasar la noche, pero antes quiso probar si el carnero era realmente mágico. Hizo lo que el Viento del Norte le indicó y le ordenó:
– ¡Carnero, dame dinero!
De la boca del carnero salieron las diez monedas de oro muy brillantes. El chico estaba realmente asombrado.
– ¡Esto es increíble! ¡Mi madre se pondrá muy feliz!
Se tumbó en la cama junto con el carnero para que ambos pudieran descansar.
Una vez más, tampoco se dio cuenta de que no había cerrado bien la puerta y el dueño de la posada lo había visto todo. En cuanto se quedó dormido, el malvado hombre entró en la habitación y robó el animal dejando otro igual sobre la cama.
Al día siguiente el chico y el falso carnero mágico llegaron a casa.
– ¡Mamá, mira lo que me ha regalado el Viento del Norte!
– Veo que es un carnero. ¿Para qué nls será útil si no tenemos granja?
– ¡Ya lo verás! Carnero, dame dinero.
El carnero no hizo absolutamente nada más que olfatear todo a su alrededor. El chico repitió la frase en voz más alta, en caso de que el carnero no lo hubiera escuchado.
– ¡Carnero, dame dinero!
Una vez más, el carnero no soltó ni una simple moneda.
– ¡No puede ser!… ¡Anoche me dio diez monedas de oro! ¡Iré a reclamarle al Viento del Norte!
Estaba tan molesto que, cuando el viento le abrió la puerta, no se detuvo a explicarle nada.
– ¡Estoy harto! ¡Este carnero tampoco sirve! No sé qué demonios está pasando pero mi paciencia ya se agotó.
– ¡Lo siento, amigo! Voy a darte otro regalo que no te defraudará. Toma este palo, es lo último que me queda. No es un palo corriente. Si le dices “¡Pega, bastón!”, lo hará. Creo que te será muy útil, confía en mí.
El chico lo tomó de mala gana y se fue de allí.
– “¡Un palo que pega! ¿Para qué voy a necesitar algo así?”
Llegó a la posada de siempre para pasar la noche, y al ver la cara de felicidad que puso el dueño cuando lo vio, se dio cuenta de lo que había sucedido.
– “¡Ahora lo entiendo! Este tipo me robó los dos regalos y por eso se alegra tanto de verme”
Se fue a la habitación, dejó el palo junto a la almohada y se acostó. Después, cerró los ojos y fingió roncar para que el malvado hombre pensara que estaba dormido. Minutos después, el hombre entró y tomó el bastón y justo cuando iba a salir el muchacho gritó:
– ¡Pega, bastón! ¡Pega, bastón!
El palo cobró vida y comenzó a darle golpes en las piernas al hombre, que huyó por las escaleras con mucho dolor, pero el bastón seguía dándole sin piedad.
– ¡Ay, ay, qué dolor! ¡Por favor dile que pare, me está rompiendo los huesos!
– ¡Devuélveme el mantel y el carnero y le diré que pare, ladrón!
– ¡Ay sí, sí! ¡Te los devolveré!
El joven gritó:
– ¡Para, bastón!
El palo dejó de golpear al hombre y éste le entregó el mantel y el carnero a su verdadero dueño, muy a regañadientes.
El muchacho regresó a su casa feliz con los tres valiosos regalos: un mantel para tener deliciosa comida en cualquier momento, un carnero que le daría monedas de oro y un bastón que le defendería el resto de su vida.
A partir de ese día, él y su madre vivieron sin necesidades gracias al generoso Viento del Norte que sabía cómo disculparse y compensar sus equivocaciones cuando soplaba demasiado fuerte.
Si deseas saber más de éste simpatico cuento te dejo el link, visítalo cuando gustes y antes sigamos leyendo más de nuestros cuentos, pasemos al siguiente, dale clic aquí.
Si deseas leer más cuentos, te recomendamos estas inolvidables histórias: