El nuevo Traje del Emperador

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La Fabula del Nuevo Traje Nuevo del Emperador

Había una vez un Emperador muy pero muy presumido, le encantaba comprar muchos vestidos y prendas que le hicieran verse bien, todo lo que estaba a la moda, lo ultimo en telas y diseños lo quería y sin escatimar esfuerzos lo compraba, era tan grande su armario que tenía una muda de ropa por día.

Su pequeño reino contaba con un gran mercado conocido en aquella comarca por ser un gran distribuidor de telas y productos para la confección para trajes de alta costura, un día en el mercado corrió el rumor que habían unos nuevos fabricantes de trajes de alta costura y de finos detalles quienes venían de otras tierras, al Emperador escuchar ese rumor, envió a su primer ministro a buscarlos para que le mostraran los nuevos diseños que traían.

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El ministro fue a buscar a los recién llegados mercadores, los cuales se presentaron como sastres de última moda, cuando en realidad eran unos estafadores de oficio, quienes sabiendo la debilidad del Emperador por lo que armaron un plan para robarle. El ministro del Emperador le informo la necesidad que tenía el Emperador en conocerles y en que le ofrecieran los fabulosos diseños que traían.

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Llegando los estafadores al palacio fueron recibidos directamente en los aposentos del Emperador quien en ese momento se encontraba probándose el ultimo traje que había comprado, “muestren lo que traen señores” dijo el Emperador, a lo que los malhechores le respondieron “Tenemos lo último en tela una innovación absoluta su particularidad es que la gente torpe y que no hace bien su trabajo no la puede ver” “Magnifico” dijo el Emperador “Eso quiere decir que al ponerme ese traje podre saber quién merece realmente su trabajo y quien debe ser destituido” “Me parece genial” “A ver a ver las muestras de las telas” “debo escoger los colores y el modelo dijo el Emperador”.

El traje nuevo del emperador

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De inmediato los estafadores comenzaron a realizar movimientos con las manos donde simulaba que tenían las telas, el Emperador no veía nada pero pensaba que si decía que no veía nada pensarían que era un tonto, “Umm hagamos algo” dijo el Emperador “Sorpréndanme hagan lo mejor de todo el mundo si me gusta le pagare tres veces más de lo que puedan pedir sino entonces simplemente no les pagare”, pero requeriremos de un adelanto dijeron los estafadores, si claro solo un adelanto le dijo el Emperador a su primer ministro.

Los estafadores recibieron de los mejores hilos de oro del mercado y joyas preciosas que supuestamente eran para ser utilizadas en el traje, pero que al final solo fue a parar a la bolsa de los rufianes. La gente podía escuchar desde las afueras del taller donde estaban los estafadores, como sonaban las tijeras y las maquinas vacías y suponían que en realidad estaban trabajando, aunque era mentira.

Un día el Emperador se levantó con mucha curiosidad por saber cómo iba su encargo, pensó ¿qué hacer? porque ya la primera vez no había visto la tela y aunque se sentía confiado, prefirió evitar y envió a supervisar el asunto a su primer ministro.

El ministro al llegar al taller se encontró con los estafadores simulando en una mesa y una máquina que trabajaban entre tijeras he hilos, “Como va todo” pregunto el ministro “Excelente”, vea que bien está quedando, el ministro al no ver nada pensó que debía disimular porque si no podría perder su trabajo.

“Bellísima obra de arte” dijo, “que le parece el color, la confección” le pregunta el estafador, “muy buena elección al Emperador le fascinara” respondió el ministro.

Retirándose el ministro quedó confundido pero no podía decir que no vio nada, llego donde el Emperador quien se encontraba en la hora del té, soltando su taza con impaciencia le vio fijo, a lo que el ministro de inmediato comenzó ha hablar dándole una interpretación de la maravillosa pieza de diseño que estaban confeccionando aquellos sastres estafadores, las palabras del ministro tranquilizaron al Emperador quien ordeno que se les diera otra parte del pago a los trabajadores.

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Pasados unos días el Emperador decidió ir a ver si ya estaba listo su traje, entrando al taller se consiguió con los sastres estafadores, simulando trabajar y al verles le dijeron.

“Su majestad llego a buen momento estamos terminando su diseño” y señalaron hacia un maniquí que estaba completamente vacío “Que tal le parece, le gusta el color, le agrada lo amplio de la capa”, el Emperador no veía nada comenzó a darle vuelta al maniquí pensando cómo no voy a verle, eso quiere decir que no estoy apto para mis labores no puedo decir nada y disimuladamente comenzó a alabar el hermoso traje.

En ese instante el Emperador decidió usar el traje en el próximo desfile que se celebraría en el reino. Los falsos sastres felicitaron su decisión, le pidieron probárselo y simulando todos los movimientos se lo colocaron.

“Que tal le queda” preguntaron a los acompañantes del Emperador, ellos de inmediato respondieron magnifico, excelente, algo nunca antes visto y el Emperador con tantos elogios se sintió seguro aunque él no veía el traje.

Llegado el día el Emperador le pidió a los falsos sastres que le acompañara a arreglarse ya que quería que el traje quedará perfecto, los timadores con gusto fueron e hicieron todo lo necesario para que el Emperador creyera que llevaba puesto un traje.

Finalizando con un gesto simularon colocarle la capa del traje y listo, “Esta listo su majestad” dijeron los estafadores, retirándose de la habitación el Emperador salió en la caravana del desfile, todos los asistentes lo veían con gran vergüenza pero ninguno se atrevía a decirle nada porque sería calificado como bruto y descalificado de sus funciones.

Entre la multitud de pronto salió un niño el cual de forma muy natural comenzó a decir “El Emperador está desnudo” riendo fuerte seguía gritando, “El Emperador está desnudo” todos a su alrededor se sorprendieron pero no duro mucho cuando todos comenzaron a reírse también y a unirse a los gritos del niños diciendo que “El Emperador estaba desnudo”.

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¿Qué enseñanza nos deja el traje nuevo del emperador?

El Emperador muy sorprendido y algo avergonzado junto a  su corte real siguieron sin pronunciar palabra, entre tanto los estafadores ya habían huido del reino junto con todo el dinero del Emperador y en búsqueda de otra persona a quien estafar.

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