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La balanza de plata
Esta es la historia de una balanza mágica. En un lejano pueblo de España, una pequeña tienda de telas cerró definitivamente y quedó abandonada por sus dueños. Pasó el tiempo y nadie volvió a interesarse por el local donde funcionaba la tienda, por lo que poco a poco fue perdiendo el brillo y la belleza que tuvo en sus buenos días. El lugar se convirtió en un depósito viejo y oscuro cerrado con tablas de madera.
Historia de la balanza de plata
Llegó el día en que unos niños, mientras jugaban en la calle, se dieron cuenta de que una de las ventanas de la antigua tienda, estaba rota. No lo dudaron y se subieron unos encima de otros hasta que consiguieron entrar por el agujero del cristal.
Pero se decepcionaron al ver que la vieja tienda estaba sucia y cubierta de polvo. Olía a humedad, habían telarañas por todas partes y sólo quedaban un par de sillas dañadas por las polillas y algunos muebles rotos que ya no servían para nada.
Estaban a punto de marcharse cuando uno de los muchachos descubrió que, detrás del antiguo mostrador, había una balanza muy extraña con un misterioso adorno en el centro. Inmediatamente los seis muchachos curiosos se agruparon a su alrededor para mirar de cerca.
Se maravillaron al descubrir que era una balanza de plata. Estaba nueva y resplandeciente como si la hubieran pulido con un trapo limpio esa misma mañana.
Les pareció muy hermosa, pero los niños no se imaginaban que además era una balanza mágica. No servía para pesar alimentos como una balanza ordinaria, sino que pesaba las buenas y malas obras de todos aquellos que la tocaban.
Uno de los niños, que era un chico bueno y generoso, puso su mano sobre el adorno. El lado derecho de la balanza se inclinó y, de repente, una intensa luz iluminó la habitación y los rostros de los demás chicos. Del plato, comenzaron a salir cientos de estrellas doradas, cada una representaba algo bueno que había hecho el pequeño durante su corta vida. La balanza mostró que había hecho muchas buenas obras. Después, la balanza volvió a equilibrarse y el resplandor desapareció.
Otro de los amigos que estaban allí quiso tocar la balanza; a este niño lo conocían por ser egoísta, envidioso y vago. Tocó el adorno con su mano y la balanza se movió hacia la izquierda, iluminándose de nuevo. Los destellos eran muy fuertes y todos tuvieron que mirar para otro lado, porque la luz les molestaba. Pero esta vez, del plato de la balanza, comenzaron a salir espadas filosas; una por cada vez que el niño se había portado mal durante su vida.
Todos los chicos de la pandilla fueron pasando en orden junto a la balanza, para conocer lo que ese objeto mágico tenía que decirles. Después, salieron corriendo del lugar para contar a sus padres acerca del maravilloso descubrimiento.
Como era de esperarse, pronto se corrió la voz y la balanza de plata se hizo famosa en toda la ciudad. Cada tarde antes de cenar, decenas de niños se acercaban a la vieja tienda para admirarla y tocarla. Si les mostraba estrellas, sabían que habían sido generosos, trabajadores y amorosos con sus padres, pero si por el contrario la balanza les enseñaba espadas, comprendían que debían mejorar y hacer un esfuerzo por portarse mejor.
Desgraciadamente, el paso del tiempo y el uso frecuente afectó a la balanza hasta que un día se estropeó. Los niños del pueblo lloraban de tristeza, ya que no sabían qué iban a hacer ahora sin su querida balanza de plata
La balanza vio las lágrimas de los pequeños, y por primera y última vez, les habló con una voz dulce:
– Queridos niños y niñas, escúchenme, por favor. Durante meses les he mostrado sus buenos y malos comportamientos. Mi única intención era que pudieran reflexionar.
La sabia balanza los miró fijamente y siguió hablando con voz delicada y maternal:
– En la vida tienen que ser conscientes de sus actos, y creo que ya es hora de que aprendan a recapacitar ustedes solos, sin mi ayuda. A partir de ahora, cuando por las noches se sienten en la cama, tomen unos minutos para pensar sobre todo lo que han hecho durante el día. Si sienten que no se han portado demasiado bien, comprométanse con ustedes mismos a mejorar. Luchen siempre por ser buenas personas y por perseguir sus sueños ¡Hasta siempre, amigos míos!
En cuanto dijo estas palabras, la balanza de plata se apagó y no volvió a iluminarse. Todos los niños se despidieron de ella con un besito y después, llenos de dolor, la dejaron allí, en el lugar donde la habían encontrado, como muestra de respeto.
No volvieron a verla, pero jamás olvidaron sus enseñanzas y la llevaron durante toda la vida en sus corazones, aún cuando ya se habían convertido en chicos grandes.
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