Las manchas del Jaguar

Las manchas del Jaguar

La leyenda de las manchas del jaguar

Las Manchas del Jaguar es un cuento latinoamericano muy y muy agradable. Cuenta la leyenda que, hace muchos años, existió un jaguar que vivía plenamente feliz.

Estaba en buena forma, tenía mucha comida a su alcance, y se llevaba muy bien con el resto de los animales de la selva. También era muy agradecido por poder despertarse cada mañana en uno de los lugares más hermosos del mundo: la Península de Yucatán.

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Lo que más disfrutaba era pasar horas y horas lamiendo su propio pelaje brillante. Para él, era muy importante mantenerlo limpio, no solo para sentirse más limpia, sino también porque era consciente de que a muchos animales les gustaba.

Una tarde estaba durmiendo bajo un árbol de cuando de repente comenzó a escuchar unos ruidos muy raros sobre su cabeza.

– ¿Qué es ese sonido?

Miró hacia arriba y observó cómo las ramas se agitaban y parecían quejarse. Abrió sus ojos y descubrió  que se trataba de tres monos que estaban compitiendo para ver quién arrancaba más frutos maduros más rápido.

El jaguar, muy enfadado, les dijo:

– ¡Respeten, por favor! ¿Acaso no ven que estoy durmiendo aquí abajo?

Los monos no le hicieron caso. No sólo eso, sino que también empezaron a lanzar frutas al aire para ver cómo se destruían contra el suelo.

¿Qué significan las manchas del jaguar?

El jaguar empezó a perder la paciencia. Muy serio, se levantó y comenzó a rugir enseñándole los colmillos a ver si los asustaba. Pero los monos lo ignoraron de nuevo. Intentó varias amenazas más, pero ninguna funcionó. En ese momento, una fruta cayó sobre el lomo del jaguary esto le causó mucho dolor:

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– ¡Ay, ay, me han dado un fuerte golpe con esa fruta!

Se palpó y notó que la zona se estaba inflamando, pero peor fue cuando se percató de que todo su pelaje se había manchado con el jugo de la fruta y estaba todo pegajoso. El jaguar se puso como una fiera.

– No… no… no puede ser… ¡Acabas de destrozar mi bello y pelaje amarillo! … ¡¿Quién ha sido?!

El mono que tenía las orejas más grandes puso tal cara de susto que él solo se delató. El felino reaccionó como suelen hacer  los jaguares cuando se enfadan de verdad: pegó un salto muy grande, y cuando estuvo a la altura del animal, levantó la pata derecha y le dio un golpe en la barriga. La mono se quejó de dolor, pero la herida no era grave.

Como vieron que el jaguar estaba furioso, le dijo a sus compañeros:

– ¡Chicos, debemos irnos! ¡Hay que escapar antes de que nos mate a todos!

Los tres monos bajaron del árbol y huyeron al interior de la selva. Cuando se encontraban lejos del peligro, el mono herido dijo a los otros dos:

– Sé que no estuvo bien que el pelaje del jaguar se ensuciara, pero ha sido sin querer. En cambio, ¡miren el golpe que me ha dado! ¡Me duele mucho! Creo que esto no puede quedar así. Lo mejor es que vayamos a ver a Yum Kaax. ¡Él sabrá cómo ayudarnos!

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Yum Kaax era el dios protector de las plantas y los animales. Vivía en la montaña y era muy querido por todos debido a su bondad y sabiduría. Recibió a los tres monitos con los brazos abiertos y luciendo en la cabeza su tocado con forma de mazorca de maíz.

– Bienvenidos a mi casa. ¿Cómo puedo ayudarlos?

El mono que había tenido la idea de visitarlo se disculpó.

– Señor, perdone que le molestemos, pero hemos tenido un grave problema con un jaguar.

– Está bien, tranquilos, cuénteme lo que pasó.

El trío contó todo lo que había pasado. Cuando terminaron, el dios les dijo en tono muy serio:

– Tengo que decirles que el comportamiento de ustedes ha sido inaceotable. ¡No se está bien molestar a los demás mientras duerme y, por supuesto, tampoco es correcto desperdiciar la comida!

Los monos agacharon la cabeza avergonzados. Yum Kaax continuó con la reprimenda.

– Para que aprendan la lección, durante dos meses trabajarán para mí limpiando los campos y recogiendo la cosecha.

Los tres monos estaban a punto de protestar, pero el dios los cayó antes de que comenzaran a hablar.

– ¡No quiero quejas! Ya es hora de que maduren.

Los monos no dijeron nada más. El dios se quedó unos segundos pensativos y decidió el castigo para el jaguar.

– Ustedes volverán a subir al árbol y le lanzarán unas cuantas frutas más al lomo. Con mis poderes mágicos, no podrá limpiarse y quedará marcado para siempre. Así aprenderá a ser menos engreído.

El dios les hizo una advertencia:

– Debo decirles que hay dos condiciones que deberán respetar a toda costa: la primera es que no pueden hacerle daño al jaguar. Y la segunda es que deben ser frutas muy maduras, a punto de dañarse, para que sena más blandas y no lastimen al jaguar. Así, su pelaje quedará más oscuro.

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Los tres monos dijeron que sí con la cabeza y se fueron al árbol donde estaba el jaguar. Aprovecharon que éste no estaba para ocultarse entre las ramas. En pocos minutos, el jaguar regresó.

El mono de orejas grandes le susurró a sus colegas:

– Ahí viene… ¡Estén preparados!

El jaguar, se acostó sobre la hierba y se quedó dormido. Cuando lo escucharon roncar, los tres monos tomaron varias frutas maduras y se los lanzaron al felino.

– ¡¿Qué está pasando?! ¿Quién me ataca? ¡¿Qué es esta porquería?!

El jefe de los monos se asomó entre las hojas y gritó:

– Cumplimos las órdenes del dios Yum Kaax. A partir de ahora, tú y descendientes luciran manchas oscuras hasta el fin de los tiempos. Ya no podrás presumir tu pelaje.

El jaguar corrió a lavarse al rio, pero las manchas no se disolvieron. Cuando salió del agua comenzó a llorar y no tuvo otra opción que aceptar el castigo impuesto por el dios. Si gustas conocer más de éste cuento hacer clic aquí.

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Desde ese día, los monos tienen prohibido arrojar fruta al suelo y todos los jaguares tienen manchas oscuras en su pelaje.

Estamos seguros que te ha encantado éste cuento latinoamericano y ahora quisiera invitarte a que nos acompañes en leer el siguiente que te va a gustar, da clic aquí.

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